lunes, 25 de febrero de 2008

CESAR RINCON TRIUNFA EN BOGOTÁ


El diestro colombiano César Rincón tuvo hoy una soñada despedida de su carrera, al cortar cinco orejas e indultar un toro, en la plaza de La Santamaría de Bogotá, en donde lo acompañó en un "mano a mano" el valenciano Enrique Ponce, que también indultó un toro y se llevó tres orejas.

La plaza registró un impresionante lleno que recibió a Rincón en el paseíllo con el ondear de 14.000 pañuelos blancos.
Se lidió un encierro de "Las Ventas del Espíritu Santo", de propiedad de César Rincón, de gran calidad los cuatro primeros y difíciles los restantes.
Los cuatro primeros ejemplares de "Las Ventas", permitieron el rotundo éxito de Rincón y de Ponce.
Abrió el festejo Rincón con un buen toro que, como todos los ejemplares, cumplió bien con los picadores. Lo saludó con suaves verónicas, quitó por chicuelinas ceñidas, llamó al tercio a toda su cuadrilla, a quien brindó la muerte del animal, en medio de la ovación general.
La faena templada, ligada, justa y precisa sobre ambas manos, comenzó a armar el júbilo en los tendidos. Mató de tres cuartos de espada y un golpe de descabello que le valieron para conquistar la primera oreja de las cinco que cortó en su despedida definitiva de los ruedos del mundo taurino.
El segundo del bogotano, un animal de hermosa lámina y de excelente desempeño, le permitió ligar una completa labor aprovechando la bondad del toro, luciéndose con el capote. Con la muleta la faena fue un recital de bien torear. La muerte de este toro la había brindado a su padre, Gonzalo Rincón, en medio del clamor general.
La buena condición que conservaba el animal, fue la materia prima para que César ejecutara un trasteo de gran calidad, deleitándose y deleitando al público con un trasteo de altos quilates. Cuando quiso entrar a matar, el público, de pie, pidió el indulto para el noble ejemplar, lo que fue concedido y dos orejas simbólicas lució el maestro bogotano en sus manos, en la clamorosa vuelta al ruedo.
El tercero, que se rompió la mano izquierda, fue sustituido por gestión del propio Rincón por el sobrero, que le permitió demostrar una vez más su calidad torera.
Comenzó el trasteo, rodillas en tierra, en la zona del estribo, ejecutando limpiamente varios muletazos. Ya de pie obligó al toro, con la sabiduría que lo caracteriza, a seguir los vuelos de la muleta. Lo despachó limpiamente. Dos orejas reclamó el público, las que le fueron concedidas. A estas alturas los tendidos estaban convertidos en un manicomio de alegría.
Noble compañero fue el valenciano Enrique Ponce. Su primero le permitió, por su nobleza, lucirse brillantemente con la capa, llevó con maestría el toro al caballo y al comenzar su faena llamó a los medios a César Rincón, brindándole la lidia y muerte del toro.
Faena torera, empezada con efectivos doblones, seguidos de reposados y templados naturales, circulares y toda la gama de muletazos. Lucida faena de grandes quilates a un toro tan noble y bravo que el público, pañuelo en mano, pidió su indulto, que fue concedido. Dos orejas simbólicas fueron el premio para el torero.
Su segundo sirvió para demostrar el poder del torero de Chiva. Un toro que exigía muchos conocimientos para darle la lidia adecuada. Doblones efectivos, el toro se revolvía en un palmo de terreno, pero logró meterlo en el engaño para robarle una tanda de repetidas series de pases. Mató de efectiva estocada que hizo rodar sin puntilla al animal y otra oreja cayó en las manos de Ponce.
El tercero no tuvo lidia posible. Intentó el valenciano lo que parecía imposible. Su esfuerzo no logró que el toro colaborara. Se deshizo con rapidez de su enemigo y escuchó abundantes palmas.
Al final del festejo fueron paseados a hombros por el ruedo, abrazados los dos brillantes matadores.
En una de las vueltas al ruedo de Rincón, por envíos desde el público, portó en sus manos las banderas de casi todos los países taurinos: España, Francia, México, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú.
El público fue abandonando la plaza comentando, jubilosamente, la hermosa tarde taurina que vivió en la despedida de Rincón, el más importante matador de toros que ha dado la América taurina.

Fuente: http://www.soitu.es/

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